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- POR JUAN ALBERTO YARÍA
- 17.12.2023
Es una verdadera batalla cultural la que parece estar detrás del problema del consumo de drogas. Más allá de la situación del tráfico, los movimientos económicos y financieros con lavado de activos, “narco-fútbol”, juego de apuestas, bingo, casino y la unión del sexo con la venta de drogas haciendo de la mujer un objeto…más allá de todo esto hay una crisis de transmisión de valores, normas y modelos de vida que tiene que ver con una cultura en crisis de humanización y des-familiarización.
Sobre esto se monta un Poder supranacional que hace de los estados nacionales una verdadera “marioneta” en donde los Estados locales “solo la ven pasar”…siendo el miedo el principal atributo para la inacción.
ESCUCHANDO PACIENTES
Jorge me dice “…soy de la calle y para la calle” y así se me presenta como “barra” de Chacarita y Gral. Lamadrid. Me sorprende todo lo que me dice y está conmigo arropado con una camiseta de un club de fútbol. Los padres no sabían que hacer con este joven simpático, pero desorganizado psíquicamente y consumidor “avido” de crac y cocaina desde hace más de diez años.
Al poco tiempo entablamos una relación muy afectiva e incluso en las reuniones de grupo terapéutico lo invito a sentarse al lado mío escuchando con mucha atención. A los pocos días tropiezo con una silla y me dice con cariño “te tenemos que cuidar papucho”.
El padre me dice que “Papucho” es un restaurant del barrio manejado por una familia que hace comidas muy caseras y en donde quería comer con él ya que era el encuentro deseado con la figura paterna. Refugio de intimidad y cariño en un lugar querido.
Oscar con sus casi 60 años se presenta ante mi como un hombre vencido por el alcohol y la cocaina; separado y vuelve a unirse con otra mujer, abandona todo y la cocaina y el alcohol lo someten como un esclavo. Su cuñado es “dealer”. Una vez estuvo preso y vive atrás de la casa; lo cual hace que sus hijos (uno de ellos ya consumidor) consuma asiduamente.
La familia es un gran tema o mejor dicho la des-familiarización como hecho clave en la sociedad actual.
LA DESFAMILIARIZACION EN ACCION
¿El padre está muerto? Esta era la consigna del Mayo Francés en el 68 que hasta nuestros días nos rodea. Se lo confunde con padrino “machista”, patriarca, esclavista, etc.
Se lo reconoce solo en su paternidad biológica pero el padre es transmisión de valores de vida, modelo incluso para formar un proyecto existencial. En la era Humanista del Renacimiento el padre tenía otra dimensión: “…quien enseña a su hijo engendra doblemente” como enseña E. Pasquier. Parecería que hoy hay un abismo entre la paternidad biológica (procreación) y la significación espiritual y valorativa de la paternidad.
El maestro en adicciones C. Oliweinstein nos enseñaba en su clínica estatal Marmottan allá los 90: “…el padre siempre esta por ausencia, ignorancia, inmadurez, perversión, etc.…pero siempre está y el síntoma adictivo es un llamado a esta figura simbólica desaparecida”.
Se ha roto “el lazo nupcial entre el hombre y la vida y es en la familia donde vemos ese pacto en acción”… nos enseñaba el gran filósofo francés G. Marcel.
La “evaporación” del padre, que es la de los vínculos de donación de sentidos, amor estructurante y valores que orienten delimitan una gran dificultad de hoy:¿quien educa?; los seres humanos necesitan ser educados, solo los animales son adiestrados.
A. Arendt retoma un texto de San Agustín de la “La Ciudad de Dios” cuando dice: “un recién nacido nos hace regresar al alba de la Humanidad”. “¿Que significa el apellido hoy? se pregunta Charles Péguy (1873-1914 – escritor católico francés) en el “Hombre de la Esperanza” y nos dice: “Piensa con ternura en ese tiempo que no será tu tiempo sino el tiempo de tus hijos”. Hoy el apellido parece significar poco.
El hijo desde la vida familiar nuclear y también y fundamentalmente la familia ampliada de primeros, tíos abuelos, etc. marca el paso de la “cultura del ombligo” a una cultura del otro. Así caen los aspectos más megalómanos de nuestro yo y se decreta su disolución. El padre facilita el crecimiento y el “nacimiento” de sus hijos mientras que el patriarca narcisista impide el crecimiento. Se asemeja a “Dios Chronos” de la Mitología Griega que “mataba a sus hijos “ y temía por su sucesión masculina.
Toda esta crisis derivada de la des-familiarización tiene mucho que ver con la esclavitud actual.
Sociedad rota en sus fundamentos como infraestructura de sostén y mientras tanto un “Suprapoder superior” a las naciones multiplica la cantidad de esclavos ávidos no solo de drogas sino de “Amos” a falta de Padres simbólicos (cultura barrial, escuelas que transmitan valores o sea de capital humano y social que es la base de la riqueza de los pueblos).
De ahí la necesidad de comunidades terapéuticas que operan como “escuelas de vida”: Segundas familias posibles.
Juan Alberto Yaría
* Director general de Gradiva – Rehabilitación en adicciones