Casas de vidas vs. Triángulos de las Bermudas

“Default humanístico

“Hoy surge un hombre con una singular desprotección institucional, un hombre a la intemperie”. (A. Touraine)
POR JUAN ALBERTO YARÍA 04.06.2023
La consulta cotidiana nos hunde en la desesperación de muchos. Niños abandonados o abusados, padres adictos, deterioros orgánicos por consumo de drogas junto a delirios ligados a estas patologías.
Muchos están sin coberturas sociales y necesitan un tiempo largo para desintoxicarse, remitir de sus síntomas agudos como los delirios, alucinaciones o actos violentos; no encuentran lugares solo lugares que son “puertas giratorias”(‘lavarlos por uno o dos días y luego a seguir’). No se tiene ni noción del síndrome de abstinencia y los cuidados que todo esto significa.
La vida en la calle, en las plazas o en los ‘aguantaderos’ con otros consumidores es habitual. Padres ausentes o consumidores ellos. Consumo de años (desde la pubertad) y con daños neurológicos y psiquiátricos evidentes que le impiden el pensar y controlar impulsos.
En estudios que recoge el licenciado E. Lavorato en hospitales de Bariloche, Concordia y La Matanza, el 14 por ciento de las mujeres embarazadas consume algún tipo de drogas e incluso en la lactancia.
¿Pensamos en el daño que esto produce en los niños en su evolución neurológica? Las drogas atraviesan la placenta y llegan al feto; todo esto daña indudablemente el desarrollo neurológico y la evolución general.
Recuerdo cuando fui llamado en consulta por un niño que tenia ataques epilépticos de dos años que todavía mamaba y cuando le pregunté a la madre si consumía drogas, me confesó que durante la lactancia lo hace. El niño consumía drogas a través de la leche materna y esto generaba convulsiones.
La separación del niño con sus abuelos y la rehabilitación de la madre fue una salida exitosa en esta situación. Actuó bien la Justicia y la Obra Social que le dio un tratamiento para su adicción.
Las ‘casas de vida’ son la respuesta humanista y terapéutica ante la megabarbarie planificada y masificada como consecuencia de la venta y consumo indiscriminado de drogas, la errancia de los amores con políticas antinatalistas y desprotectoras de los niños que nacen (nuestro país ha bajado notablemente los índices de natalidad) y la emergencia del individualismo en donde la noción del otro y los otros queda enceguecida por la inflación del ego.
Llamo casas de vida a las comunidades terapéuticas que surgen como superación del manicomio y que hoy son no solo instrumentos médicos sino fundamentalmente el encuentro con valores, modelos, amor, ternura y un diseño de un plan de vida.
 

LA SOCIEDAD DE LOS NADIES

Así van creciendo ‘nadies’ por doquier que como ‘mutantes’ vagan por la ciudad. La casa de vida es el nombre que hoy le doy a la comunidad terapéutica como protección y reparo ante la megabarbarie planificada (la calle para muchos es su destino o tugurios llenos de dealers y perversos antisociales).
El Triangulo de las Bermudas es el fuego de la muerte y de los espirales destructivos que masivamente tragan y degluten a los ‘nadies’ que, mientras consumen a la vez, son consumidos siendo miles en lugares antihumanos.
Desde barrios con decadencia habitacional, sin escuelas, familias que viven en lugares VIP en donde las ausencias son más fuertes que las abundancias vacías que pululan por doquier. La intemperie simbólica es el elemento central, así como las carencialidades afectivas.
 HISTORIA DE VIDA
Nos podemos rescatar del Triángulo de las Bermudas. El desarrollo de las casas de vida es fundamental. Jorge caminaba sin parar por la sala de desintoxicación. Había sido traído en 2014 luego de meses de consumir crack en su barrio (una de las tantas villas del conurbano de la ciudad de Buenos Aires) lindantes con el conurbano bonaerense.
Estaba semanas enteras sin dormir. Ansiedad grande. Abstinencia voraz. Casi ni hablaba. Su envejecimiento cognitivo era evidente en sus 17 años. No podía articular palabras ni recordar consignas. Su padre había muerto por el uso de drogas y el VIH. Solo recordaba de él la imagen en una sórdida cama en un hospital público. Esa imagen lo perseguía, ya que fue la única presencia vivida de una figura que necesita ser sustancial en la vida de un niño.
La madre estoicamente se alineó con nosotros como una verdadera garante de un tratamiento. Eso le pedimos y lo hizo. Jorge tenía otro hermano de otra madre que fue elegido en el barrio como un ‘mutante’ del consumo, un ‘nadie’ vagando por las calles e incluso con armas en su poder. Anda ahora perdido por la vida. Se lo ‘tragó’ el Triángulo de las Bermudas.
Jorge, durante un año y medio de tratamiento intensivo de no consumo, psicoterapia, grupos de prevención de recaídas, grupos de convivencia, reuniones familiares, asambleas multifamiliares, actividad física planificada y ligada también a la recuperación neurológica luego de tanta destrucción neuronal, se recuperó.
La madre los fines de semana cuando iba a su casa parecía funcionar como un ‘acompañante terapéutica’, ya que al lado del departamento en torre que vivían se vendía drogas. La ida al almacén barrial era todo un recorrido de alta complejidad por la cantidad de vendedores o consumidores que se encontraban en el camino. Fue renaciendo. La comunidad terapéutica cumplió su función.
A su hermano se lo tragó el Triangulo de las Bermudas del barrio. Jorge, mientras tanto, pudo resucitar, o sea el alma le volvió al cuerpo y se salvó (salud deriva de salvación). Fui conociendo a su novia, luego esposa y también a sus hijos a quienes traía como ofrenda de agradecimiento. Trabaja en un empleo legal y trae el pan -como decían los antiguos- “con el sudor de su frente”.
En un mensaje que me mandó, me mostró la foto de sus dos hijos ya más grandes y decía: “No tuve padre, pero quiero darles a ellos un padre”. Me emocioné.
 

PANDEMIA DE DROGAS
Aumentan el consumo de drogas y de pastillas tranquilizantes en esta época. Ahora se agrega el fentanilo como moda zombie que vía China y laboratorios corruptos nos devuelven más zombies con opioides como elemento (derivado del opio).
Es la voz de la desesperación la que clama y la clínica de las soledades masivas resquebraja las diversas farmacias legales o ilegales existentes. Todo vale desde la bicicleta de reparto de comidas entre otras cosas hasta las ventas online.
El consumo de pastillas ansiolítica aumento el 20 por ciento en todo el mundo. Esto es en estadísticas del mercado legal, pero todos sabemos que los psicofármacos tienen un mercado ilegal enorme. Cuesta dormir, contener la ansiedad, parar y pensar, aceptar la realidad y por ende la frustración.
Al mismo tiempo sube el consumo de antidepresivos. ¿Cómo vencer esta neo melancolía actual en donde la noción de futuro se angosta junto a las posibilidades de trabajo? Las drogas se multiplican en la desesperanza, o sea en la pérdida de la esperanza, en las neo melancolías en donde el ‘no futuro’ flamea con fuerza.
A su vez, baja el índice de natalidad. Para qué tener hijos en este mundo, parecería decir este mensaje neo melancólico unido además a políticas antinatalistas mundiales.
Caen en nuestro país el 20 por ciento entre 2014 y 2019 los índices de natalidad. Seremos un país de gente de edad al fin, ya que no superan la cantidad de nacimientos el índice de reemplazo poblacional. La cantidad de hijos por mujer que hasta el 2014 superaba los 2,32 cayó casi un 22 por ciento (1.81). Es decir que estamos por debajo del nivel de reemplazo poblacional que es 2,1. (Notivida, Revista Hispanidad de España).

Juan Alberto Yaría

  • Director general de Gradiva – Rehabilitación en adicciones